La crisis del coronavirus ha trastocado muchos ámbitos de nuestras vidas afectando directamente a la manera de socializar, de viajar o de trabajar. La irrupción del virus también ha transformado la forma llevar a cabo las tesis doctorales y, sobre todo, de su defensa que, en la mayoría de los casos, se ha hecho de forma virtual.
En Geociencias Barcelona (GEO3BCN - CSIC), donde la apuesta por el teletrabajo es una constante desde marzo, hay más de una decena de doctorandos que han visto cómo esta pandemia de carácter global afectaba también a su día a día. Algunos de ellos han podido defender recientemente su tesis, otras acaban de llegar y otros llevan ya unos años de trabajo en sus respectivos proyectos de investigación.
Es el caso de Mario Benavente, cuyo trabajo se centra en realizar reconstrucciones paleoclimáticas y paleoambientales a partir de sedimentos lacustres de las islas Azores. El doctorando se incorporó en diciembre de 2018, aunque desde enero hasta julio de 2020 estuvo de baja. “La pandemia ha hecho que una de las estancias en centros de investigación extranjeros haya tenido que posponerse", cuenta Benavente.
A pesar de este contratiempo, el doctorando admite que su forma de trabajar ha “mejorado” con el teletrabajo: “Tengo menos distracciones y me resulta más fácil crear una atmósfera adaptada a mi forma de trabajar. Al verme obligado a fijar una fecha de reunión telemática con mis directores de tesis de forma periódica, paradójicamente la pandemia ha hecho que la comunicación sea más frecuente y fructífera”. “Evitar grandes desplazamientos todos los días es algo que quita mucho estrés”, añade Benavente.
En este aspecto coincide con Olaya Dorado, quien se incorporó al instituto en octubre de 2019. Para la investigadora, el teletrabajo le evita tiempo de desplazamiento, mayor concentración y conciliación: “Como soy de Madrid, me ha permitido pasar más tiempo con mi familia de lo que podría en condiciones normales”.
La investigación de Dorado se centra en el estudio petrológico y geoquímico del complejo volcánico Teide-Pico Viejo, en Tenerife. La pandemia ha retrasado el trabajo experimental de Dorado: “La cuarentena comenzó justo cuando yo había terminado mi campaña de campo en Tenerife y no pude empezar el tratamiento de las muestras como tenía previsto”.
“He tenido que adaptarme a la nueva situación y buscar otras formas de aprovechar el tiempo”, señala Olaya Dorado, cuya investigación lleva un retraso de unos seis meses, según sus previsiones. “Las consecuencias de estos meses de parón van a seguir afectando a mi tesis, pero en general creo que la situación irá mejorando. Espero, sobre todo, que no afecte a mis futuras campañas de campo y a la estancia que tengo planeada para el año que viene en Estados Unidos”, opina.
Recién llegadas
Un mes antes del confinamiento total, Erandi Tzayan Rodríguez-Pérez aterrizó en Barcelona para trabajar en su tesis doctoral que se centra en el estudio de las comunidades vegetales del pasado en dos volcanes del centro de México. Rodríguez-Pérez ha tenido que modificar también la planificación de su investigación, atrasando el cronograma de trabajo previsto. “Trabajar en un lugar nuevo para mí bajo estas circunstancias ha sido un gran reto que no siempre es fácil afrontar”, reconoce.
“Parte de mi trabajo implica visitar México en varias ocasiones y usar distintas instalaciones académicas en ese país. Hasta ahora he tenido que reagendar más de una vez mis vuelos, con el estrés que esto conlleva”, explica. “Aun veo incertidumbre en el hecho de lograr ir a México, poder realizar las colectas que requiero y trabajar en laboratorio las muestras para continuar con la investigación”, lamenta.
Las limitaciones de los viajes afectan también a Olivia Lozano, quien se incorporó al instituto con un contrato predoctoral FPI en septiembre para trabajar en el proyecto TAITRANS. “Vivo con incertidumbre si podré realizar mis estancias, crucemos los dedos por que así sea”, expresa. En su caso, no cree que la situación esté afectando de manera directa a la elaboración de sus tesis en el día a día ya que actualmente realiza su trabajo de forma presencial en la Universidad de Salamanca.
Erandi Rodríguez-Pérez, por su parte, reconoce que “realidades, relativamente novedosas, como el teletrabajo y las participaciones virtuales en clases y congresos posiblemente tomen cada vez más fuerza”. No obstante, subraya los beneficios del trabajo presencial: “La interacción cotidiana y esporádica que brinda el estar en una institución u oficina también es un elemento importante para la creación de conocimiento y genera una sensación de bienestar y comunidad importante”.
El final de una etapa en formato virtual
Mireia Peral es una de las recién doctoradas de Geociencias Barcelona. Tras varios meses de espera, el 3 de junio Peral defendió finalmente su trabajo de forma telemática. “Me hubiera gustado defender mi tesis de forma tradicional y haber estado rodeada de la gente que más aprecio, pero aun así estoy satisfecha y feliz de cómo salió todo”, admite. “Adaptarse a los cambios forma parte de la vida y el punto de inflexión que todos vivimos el pasado 14 de marzo nos ha forzado a muchos a seguir nuevos caminos”, añade.
“Al principio, y por poco tiempo, sentí el alivio de quitarme los nervios y disponer de más tiempo para prepararme mejor la presentación, pero a medida que los días pasaban la incertidumbre era mayor y la espera de poner punto final al trabajo realizado durante más de cuatro años se me hizo demasiado larga”, recuerda Peral, cuya presentación estaba prevista inicialmente para el 20 de marzo pero que tuvo que posponerse in extremis.
En plena segunda ola de Coronavirus, Ajay Kumar defendió también de forma online su tesis. Para Kumar, la situación generada por la COVID-19 le ha ayudado a conocerse a sí mismo. “Normalmente dedicamos tanto tiempo al trabajo que no priorizamos otras cosas. La cuarentena me ha enseñado a ser más disciplinado con la comida, con el trabajo y la importancia de cuidarme tanto física como psicológicamente”, reconoce Kumar.
El papel de los tutores
La forma de tutorizar una tesis ha tenido que amoldarse a la era Covid. Para el investigador Joan Martí, tutor de tesis de Olaya Dorado, la pandemia “de entrada ha sido un cambio importante al no poder tener un contacto directo y continuado con las personas que hacen las tesis doctorales, pero nos hemos ido adaptando a la nueva situación en la medida que hemos podido”.
“El principal inconveniente en nuestro caso es el trabajo de campo que, en su mayor parte, hemos tenido que paralizar el acceso a laboratorios y servicios fuera de nuestra casa que en algunos casos se ha cerrado por completo o reabierto con grandes retrasos”, añade el investigador.
En esta cuestión coincide Santiago Giralt, tutor de Mario Benavente, que considera que la imposibilidad de viajar es unas de las limitaciones más importantes con las que se han encontrado los doctorandos. Asimismo, Giralt pone el foco en “la pérdida de la inmediatez” como principal escollo a la hora de comunicarse con los doctorandos. “El confinamiento inicial de marzo obligó a replantearse el trabajo de tutorización y al principio no fue fácil encontrar la fórmula correcta. Además, el confinamiento ha obligado a modificar el plan de trabajo”, opina.
Por su parte, Valentí Rull, que se encarga de tutorizar la tesis de Erandi Rodríguez-Pérez, no encuentra ventajas del teletrabajo. El investigador admite que afrontó el confinamiento con resignación y aprovechando al máximo los recursos disponibles”, y señala que de momento no ha habido que hacer ningún cambio en la tesis que dirige.
A pesar de los inconvenientes, los tres investigadores están satisfechos con el trabajo de los doctorandos. “Todas las tesis que estoy supervisando siguen adelante y a buen ritmo”, admite Martí. Además, apunta a las ventajas de trabajar telemáticamente: “Hay aspectos que el teletrabajo ha facilitado, como es el acceso a la información digital y la interacción telemática con otros investigadores y compañeros, aspectos antes poco explotados si no se realizaban presencialmente”.
En cuanto al futuro de las presentaciones online, los tutores consideran que tiene aspectos positivos sobre todo para evitar las dificultades de los desplazamientos. “Te permite asistir a muchas de las presentaciones que, de otra forma y con el ritmo habitual de trabajo, no asistirías”, opina Giralt.
No obstante, el calor humano y el apoyo personal de una presentación presencial se diluye en el formato telemático. En este sentido, Martí señala que “la presentación en vivo es siempre más gratificante. Tienes el apoyo de las personas de tu entorno y compañeros de trabajo, y el contacto directo con los examinadores, lo que siempre es un aspecto positivo para la persona que presenta la tesis”.