Los observables, tanto directos en superficie como procedentes de los sistemas de vigilancia, corroboran los signos de agotamiento del proceso eruptivo. El final de la erupción no tiene porqué implicar el final de algunos peligros asociados al fenómeno volcánico, ni el final de la reactivación magmática en Cumbre Vieja.
Los observables, tanto directos en superficie como procedentes de los sistemas de vigilancia, corroboran los signos de agotamiento del proceso eruptivo. El final de la erupción no tiene porqué implicar el final de algunos peligros asociados al fenómeno volcánico, ni el final de la reactivación magmática en Cumbre Vieja.
La emisión visible de gases volcánicos es puntual y esporádica, concentrándose en la zona de los centros eruptivos y en los jameos de los tubos volcánicos.
En algunos jameos es visible aún incandescencia, ligada a la presencia de lava en proceso de enfriamiento.
En las paredes de los cráteres del cono principal y secundario se producen continuos pequeños derrumbes a favor de fallas y fisuras existentes.
El tremor está a nivel del ruido de fondo. La sismicidad, que es de baja magnitud, está en niveles muy bajos en todas las profundidades. Pese al nivel de sismicidad actual, no se descarta la ocurrencia de sismos sentidos.
Persiste el episodio de deformación local que se inició el 19-Dic, que requiere su seguimiento, sin observarse variaciones en el resto de datos y observables. La deformación local en la estación de Jedey (LP03) que empezó el 19 – Dic, continúa tras haber revertido parcialmente.
Fuente: Gobierno de Canarias y PEVOLCA
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